Debido a que la piscina ha sido demolida, el restaurante tampoco está abierto. De hecho, el joven es muy desagradable detrás de la recepción. Por la tarde todos los lugares estaban ocupados, muchos transeúntes por aquí. La lavadora cuesta 2,50€ y la secadora también. Además, mucha agua caliente y bien limpia. Lástima por el ruido de las obras, de lo contrario nos hubiéramos quedado un poco más.
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