Un oasis de paz en la campiña francesa. Una sensación de seguridad porque por la noche la puerta se cierra (por la que, por supuesto, siempre puedes pasar). Puedes caminar directamente hasta el pueblo, donde podrás comer un delicioso bocado o desayunar con croissants recién hechos de la panadería local. Ray y Margriet nos dieron una cálida bienvenida y todas las comodidades para una caravana están disponibles. Primer lugar, ¡todos los elogios por lo que ya se ha logrado!